Nuevo Testamento reconoce esa responsabilidad específica de los líderes y pastores como parte de la tarea que les ha sido asignada, contando para ello con ese don en particular, como leemos, por ejemplo, en Efesios 4:7–12; 2 Timoteo 4:1–5). Pero, aun así, no van a ser tan solo los maestros y evangelistas los que deban asumir esa tarea como exclusividad suya, sino, y muy por el contrario, que todos los creyentes tenemos que estar en cualquier momento y ocasión dispuestos a “dar razón de la esperanza
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